“No tenía motivación prácticamente por nada; cumplía escasamente con mis obligaciones y apenas salía ni me relacionaba con los demás. Prefería quedarme en la cama porque todo me costaba un mundo. Además, tenía ciertas conductas perjudiciales para mi salud física y psicológica y prácticamente dejé a un lado todos aquellos hobbies creativos con los que solía disfrutar.
La mayor parte del tiempo me sentía triste, desmotivada, frustrada, con cierta presión en el pecho de manera continuada. Pero, sobre todo, perdida. No sabía qué me estaba pasando, ni qué hacer para mejorar aquella sensación de ahogo; la inseguridad y el miedo me hicieron sentir anulada.
Después de un intenso e interesante trabajo, los cambios principales han venido de la mano de una mejora en mis relaciones interpersonales, pero más aún, de una mejora en la relación conmigo misma. Ello, a su vez, ha tenido consecuencias muy positivas en mi vida personal, laboral y social.
Ahora siento que tengo motivación, fuerza e ilusión por hacer mil cosas y seguir mejorando. Me siento en paz conmigo misma, con ganas de continuar escuchándome, cuidándome y queriéndome; abrazando lo que soy y lo que realmente quiero. Me siento capaz.
Me levanto con una energía mucho más positiva y tengo ganas de afrontar el nuevo día, incluso algo tan tonto como caminar por la calle lo hago con mucha más seguridad y confianza. Tomo todo lo que sucede en mi día a día desde una perspectiva mucho más beneficiosa para mí.
Creo que la persona y la profesional que hay detrás de todo este trabajo merece todo el reconocimiento y valía que conlleva una profesión como esta, sobre todo cuando hay tanta implicación, profesionalidad y buen hacer como existe por su parte. Sé que yo soy el agente activo de mi cambio, pero tener una guía como Maria ha sido fundamental”.